jueves, 1 de septiembre de 2016

Cuatro horas con Mario

Cuatro horas es el tiempo que Santiago y Ambrosio se pasan apurando tragos en el bar la Catedral. Hace años que no se ven, y aprovechan el encuentro casual para ponerse al día, mientras un narrador y un coro de personajes pintan un mural del Perú de los años 50. Con Pedro Páramo tan reciente no puedo evitar pensar en la influencia de Rulfo en la estructura de este libro. De una línea a otra se salta de tiempo, de localización y de personaje. Casi una obra de ingeniería que funciona muy bien, y logra guardarse sorpresas hasta el final.

También me gusta mucho como aprovecha a los personajes para retratar a fondo ambientes y profesiones que ayudan mucho a entender el tiempo histórico de la novela: los inicios de las organizaciones políticas universitarias, el mundo del periodismo, los tejemanejes políticos, el trabajo policial y las peripecias de un trabajador "sin papeles". Como si fuese un "The Wire" limeño.

Muy bueno. Eso sí, es un buen tocho, así que nos da mas de cuatro horas de disfrute. Y lo que acabó de convencerme, la frase lapidaria del autor en la contraportada "«Si tuviera que salvar del fuego una sola de las [novelas] que he escrito, salvaría esta.»

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