domingo, 29 de abril de 2018

Lecturas de metro (y 3)

Estoy en racha. Cáscara de Nuez es genial de principio a fin. Parece el resultado de una apuesta de madrugada, ya con la segunda ronda de tragos en la mesa "A que no puedes escribir una novela policiaca donde el investigador sea por ejemplo...un feto?". Esta novela estaba en la lista anual tanto de Enric González como de Alberto Olmos, y aún así me ha gustado más de los que esperaba y uno se queda con ganas de saber que nuevas aventuras le esperan al improbable, adorable y un tanto repipi protagonista.
La mujer de Martín Guerre la recomendó Olmos. Lo edita el sello donde Javier Marías recupera joyas antiguas y la verdad que da gusto pasar las hojas de un blanco marfileño. Pulcramente contada desde el punto de vista de la mujer de Martín es un interesante relato de la suplantación de personalidad.
A Sabino Méndez lo he puesto en mi lista desde su maravillosa "Literatura Universal". "Corre rocker" mola, sobre todo si viviste esa época como fan y te interesan las interiorides, y aunque no llega al nivel de "Literatura", a pesar de que se alimenten a veces de episodios autobiográficos comunes, excede con mucho lo que se esperaba de su primer libro. Según dice Empar Moliner en la contraportada "No piensen que leerán el libro de un roquero burro". Me encantó la narración de la vez que un fan de Valladolid consigue su número de teléfono, llama y Sabino charla con el, en medio de una de sus peores épocas en la droga. También me apunto un libro para la lista: Historia abreviada de la literatura portátil.

jueves, 26 de abril de 2018

El Capitán Richard F. Burton


En uno de los libros que me prestó A este verano se hablaba de los últimos años de vida del aventurero Burton, destinado en una ciudad donde el tiempo no pasaba. Había leído algo sobre la vida de Burton - casi siempre relacionado con su viaje de incógnito a la Meca - pero la descripción de su final embarrancado en una ciudad tan poco aventurera me dieron el empujón definitivo para leerme su biografía. Eso y la genial foto de la portada (de un Burton quinqui de 27 años) con su cara de niño enfadado y el bigotón.

Su talento con las lenguas resulta alucinante, así como su dificultad legendaria para encajar entre los suyos. Un auténtico renegado. La rivalidad del Richard Burton explorador de las fuentes del Nilo con Speke es una de las mejores partes del libro, y está genialmente narrada. Puedes imaginar cómo estos dos gentlemen acaban perdiendo la chaveta mientras les sube la fiebre en medio de la selva.

Como epitafio la narración de cómo su mujer, católica a tope,  quemó material inédito a la muerte de Burton, incluída su traducción de El Jardín Perfumado que consideraba una de sus obras más conseguidas.

Un tocho que me ha acompañado una temporada por casa. Imposible llevarlo en el metro cansar la mano.